miércoles, 6 de octubre de 2010

LA NOCHE ESTRELLADA

LA NOCHE ESTRELLADA
Autor: Jimmy Liao
Editorial: Barbara Fiore
Precio aproximado: 18 €

Este es un libro precioso que nos atrae como un imán. Yo no conocía de nada el nombre de Jimmy Liao, aunque sí había leído algunos de los libros de ls editorial Barbara Fiore y sabía de su voluntad de difusión de buena literatura infantil y de libros infantiles de calidad.
Este libro se puede contar, pero no vale la pena hacerlo. Lo que vale la pena, realmente, es verlo.
Abrir sus páginas es entrar en un libro museo, en una exposición de buena pintura, de cuyos cuadros uno se querría apropiar para siempre.

Para niños y para mayores. Para mayores con niños y sin niños.

La editora nos ha regalado la posibilidad de ver una parte del libro a través de la plataforma ISSUU:


Este es el cuadro de Van Gogh que sirve de inspiración al relato y con el que finaliza el texto:

http://www.emol.com/especiales/aprendiendo_a_mirar/noche_estrellada.html

viernes, 12 de marzo de 2010

IN MEMORIAM

Sé que este no es uno de los principales libros de Delibes, pero es el que yo prefiero.

A él pertenece la historia de Isidoro, un niño que no llegaba a explicarse por qué mientras a todos sus compañeros les preguntaban si eran de pueblo o de ciudad, a él sólo le preguntaban de qué pueblo era.

Isidoro es el protagonista del relato El pueblo en la cara, un texto que leí a los 10 u 11 años de la mano de don Carlos Sahagún, aquel otro hombre bueno, en el instituto de Segovia que ahora se llama Mariano Quintanilla y que entonces era el "instituto femenino".
Quizás estas historias sean tan antiguas como ese tiempo en que las leí, seguramente están tan pasadas de moda que sus personajes apenas sean ahora reconocibles. Pero estoy segura de que fueron ellas las que, junto con algún fragmento memorable de Alfanhuí, de Sánchez Ferlosio, me iniciaron en la gran literatura.

Ya en el año cinco, al marchar a la ciudad para lo del bachillerato, me avergonzaba de ser de pueblo y que los profesores me preguntasen (sin indagar antes si yo era de pueblo o de ciudad): "Isidoro ¿de qué pueblo eres tú?" Y también me mortificaba que los externos se dieran de codo y cuchichearan entre sí: "¿Te has fijado qué cara de pueblo tiene el Isidoro?", o simplemente, que prescindieran de mí cuando echaban a pies para disputar una partida de zancos o de pelota china y dijeran despectivamente: "Ese no; que es de pueblo." Y yo ponía buen cuidado por entonces en evitar decir: "Allá en mi pueblo..." o "El día que regrese a mi pueblo", pero a pesar de ello, el Topo, el profesor de Aritmética y Geometría, me dijo una tarde en que yo no acertaba a demostrar que los ángulos de un triángulo valieran dos rectos: "Siéntate, llevas el pueblo escrito en la cara". Y a partir de entonces, el hecho de ser de pueblo se me hacía una desgracia, y yo no podía explicar cómo se cazan gorriones con cepos o colorines con liga, ni que los espárragos, junto al arroyo, brotaran más recio echándoles porquería de caballo, porque mis compañeros me menospreciaban y se reían de mí. Y toda mi ilusión, por aquel tiempo, estribaba en confundirme con los muchachos de ciudad y carecer de un pueblo me parecía que le marcaba a uno, como a las reses, hasta la muerte. Y cada vez que en vacaciones visitaba al pueblo, me ilusionaba que mis viejos amigos, que seguían matando tordas con el tirachinas y cazando ranas en la charca con un alfiler y un trapo rojo, dijeran con desprecio: "Mira el Isi; va cogiendo andares de señoritingo". Así, en cuanto pude, me largué de allí, a Bilbao, donde decían que embarcaban mozos gratis para el Canal de Panamá y que luego le descontaban a uno el pasaje de la soldada. ... Pero lo curioso es que allá no me mortificaba tener un pueblo y hasta deseaba que cualquiera me preguntase algo para decirle: "Allá en mi pueblo, el cerdo lo matan así, o asao". O bien: "Allá en mi pueblo, los hombres visten traje de pana rayada y las mujeres sayas negras, largas hasta los pies". O bien: "Allá en mi pueblo, la tierra y el agua son tan calcáreas que los pollos se asfixian dentro del huevo sin llegar a romper el cascarón". O bien: Allá, en mi pueblo, si el enjambre se larga, basta arrimarle una escriña agujereada con una rama de carrasco para reintegrarle a la colmena". Y empecé a darme cuenta, entonces, de que ser de pueblo era un don de Dios y que ser de ciudad era un poco como ser inclusero y que los tesos y el nido de la cigüeña y los chopos y el riachuelo y el soto eran siempre los mismos, mientras las pilas de ladrillo y los bloques de cemento y las montañas de piedra de la ciudad cambiaban cada día y con los años no restaba allí un solo testigo del nacimiento de uno, porque mientras el pueblo permanecía, la ciudad se desintegraba por aquello del progreso y las perspectivas de futuro.

"El pueblo en la cara", primer cuento del libro Viejas Historias de Castilla la Vieja, 1964.

miércoles, 20 de enero de 2010

BARRO DE MEDELLÍN


Barro de Medellín tiene como protagonistas a Camilo y Andrés, dos niños que viven en un barrio pobre de una gran ciudad -Medellín-, destinados por origen social y familiar a la exclusión social y a la cárcel. Aunque su autor no lo diga directamente, Camilo y Andrés son dos niños sin apenas presente y ni futuro. Tienen 10 años y ya no van a la escuela. Roban, les pegan... Sus padres beben y son ladrones. Sus madres sufren la misma violencia que ellos o, quien sabe, aún más. Camilo ha colaborado en la construcción de su casa con los ladrillos robados de la biblioteca en construcción de su barriada, la misma a la que después acude a robar libros para conseguir dinero para el aguardiente de su padre... Si todo esto es así ¿por qué hemos de creer que, de repente, un día, comienza a leer uno de los libros que roba? ¿Por qué hemos de creer que es capaz de seguir leyéndolo si, como se dice, leer el primer párrafo le parece haber leído mucho?
Es verdad que la lectura se propone como vía de redención para estas dos almas de niño que no tienen más que sus robos, sus escasos lamentos y sus golpes. Pero ¿por qué hemos de suponer que esa redención llega?, ¿porque van a seguir robando para conseguir el dinero necesario para hacerse las fotos precisas para obtener un carnet de biblioteca que les permita llevarse los libros a casa? ¿Y por qué habrían de querer hacerlo? ¿Qué harán allí con ellos, leerlos entre golpe y golpe, entre robo y robo?
Lo siento, pero a mi modo de ver, este es un libro cargado de buenas intenciones al que le falta verosimilitud. No digo verdad, sino la verosimilitud necesaria para sustentar una verdadera historia literaria. ¿De verdad es verosímil que un niño que hace tiempo que dejó de leer porque abandonó la escuela, tenga alguna posibilidad de emocionarse con una historia leída?
Es una bonita idea la de ofrecer a unos niños de 10 años la posibilidad de la lectura como medio de mejorar su vida, sólo que a mí eso me parece unicamente una solución calmadora de conciencias que apenas oculta la degradación moral en la que viven esos niños sin tener apenas conflicto por ello: Andrés llora porque no quiere ser ladrón como su padre y como le augura Camilo, pero lo cierto es que ayuda a su amigo en sus robos desde una idea de amistad próxima a la pandilla: tu destino será el mío, y tus problemas . Por su parte Camilo roba sin manifestar ningún conflicto por ello. ¿Cómo va a ser de otra manera si robar es la forma natural de obtener las cosas a partir de una edad determinada que él ya tiene? . ¿Cómo va a ser de otra manera cuando su padre no le dejará entrar en casa si no lo consigue?
Desde esta perspectiva parece inmoral atribuir a la lectura el papel de justicia social, decir que ella compensará a estos niños de todo lo que, por origen, les está negado.

Este libro ha gustado a mucha gente y ha obtenido dos importantes premios : el Ala Delta de Literatura Infantil y, sobre todo, el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2009, lo que me lleva a suponer que lo he leído mal y que me equivoco, así que espero que a vosotros os guste .
Aquí tenéis al autor hablando de él.






BARRO DE MEDELLIN
de ALFREDO GÓMEZ CERDÁ
EDITORIAL LUIS VIVES (EDELVIVES), 2008
Precio: 8,20€ en formato tapa blanda y 11,50€ en formato tapa dura.

lunes, 11 de enero de 2010

P DE PAPÁ

Este es un libro tierno para niños pequeños y para papás, basado más en la sugerencia que en el mostrar explícito. Esta es precisamente su principal riqueza: la capacidad evocadora, ya que a partir de imágenes sencillas podemos recrear acontecimientos concretos y, en su sucesión, el transcurrir de una relación.
Reconozco que soy reacia a esos cuentos "minimalistas"que, desde una sucesión de ternuristas imágenes esquematizadas, apelan al lector para que construya la historia llamándole poco menos que obtuso si no lo consigue o no consigue disfrutar con ello. Pero en este caso uno sonrie a cada momento, porque cada imagen del niño es una muestra de confianza, cada imagen del adulto la viva imagen de la responsabiliad y cada escena una muestra tranquila de aquello que debe ser el transcurrir diario de una relación placentera entre padres e hijos.

¿Qué y quién es "este" papá para su niño?
Es la ayuda y la protección.












Pero también es el juego y el empuje, la escucha, la conversación y el referente moral. No falta nada.
Se trata de mostrar a un niño lo que puede y debe ser su papá y de mostrar a cualquiera que quiera entenderlo lo que debe significar ser padre -o madre. Así que, al final, ternura sí, pero acompañada de responsabilidad. Un libro que se aleja de la ñoñería y del dejar hacer, de la concesión de los caprichos como compensación de ausencias. Un libro que enseña que ningún objeto puede suplir a la palabra, la ayuda, la compañía, la responsabilidad y la dedicación de tiempo, de mucho tiempo.
Si buscásemos un símil para describirlo mejor, sin duda lo encontraríamos en la comida: P de papá sería un libro slow food, frente a las hamburguesas y pizzas rápidas a que equivaldrían todas esas colecciones de libros infantiles que se venden por metros. Porque si un niño puede leer rápido este libro de pocas palabras -dos en cada página- , un adulto puede utilizarlo como fuente placentera de conversación y de recreación de situaciones, tanto si es padre como si es maestro, con lo que se volvería al lenguaje primero de la tradición oral como fuente de relato y del placer de escuchar.

P DE PAPA de ISABEL MARTINS
KALANDRAKA EDICIONES ANDALUCIA, S.L. 2009

Precio: 13€

martes, 1 de diciembre de 2009

LA HISTORIA DEL PEQUEÑO BÁBACHI

La simplicidad de esta historia tradicional de la India y sus preciosos dibujos hacen de este libro un libro delicioso que, a poco que esté bien contado, encantará a los niños de entre 5 y 7 años.

Los personajes son pocos: un niño, sus padres y cuatro tigres que, en realidad, podrían ser uno solo.

En su versión actual, el niño se llama Bábachi, su mamá, Mámachi y su padre, cómo no, Pápachi. En su primera versión Bábachi era Sambo, Pápachi se llamaba Jumbo y Mámachi, Mumbo.


Bábachi es un niño pequeño que ha de enfrentarse solo al más temible de los animales: el tigre. Ante el tigre Bábachi será el ingenio frente a la fuerza, la inocencia frente a la astucia, la inteligencia frente al orgullo inútil.

Bábachi tiene un traje nuevo que incluye casaca, pantalones, zapatos y sombrilla. Tras sus encuentros sucesivos con los tigres parecerá que pierde todas sus nuevas posesiones, pero al final no sólo las recupera una tras otra, sino que ve cómo sus enemigos se destruyen entre sí.



La escena en la que el niño pregunta a los tigres si quieren o no su ropa nueva y ellos contestan con un gruñido por no soltar el rabo mordido del que tienen delante, recuerda sin duda a la fábula de aquel cuervo que acaba soltando el queso ante los halagos de la zorra, ya que de la misma forma que la vanidad impide al cuervo resistir con el pico cerrado, el deseo de dominio impide a los tigres soltar a sus vecinos y es su propia fuerza la que les lleva a su destrucción.

Bábachi no es un héroe, ni siquiera es valiente, pero tampoco es un fanfarrón. Tiene la audacia de la necesidad porque ¿para qué quiere un tigre unos zapatos, o una casaca, o un parasol? Y sin embargo, en su afán de posesión, los tigres aceptan lo que Bábachi les entrega, pensando sin duda "total, que más da, ya lo comeré en otro momento". Sólo que ese otro momento no llega nunca para su beneficio.

Y es que el cuento, como la fábula citada, también tiene moraleja: la fotuna aparece cuando menos lo esperas y debes ser listo para reconocerla y hacerla actuar a tu favor.

Contado así ¿alguien puede pensar que este libro fuera ido durante una larga temporada en Japón por considerarlo racista? La razón parece estar en sus adaptaciones americanas.

La autora, Helen Bannerman, escribió este cuento en la India en 1899 y allí está ambientado. Pero en ediciones posteriores realizadas en Estados Unidos los personajes principales pasaron de ser indios a ser negros y se elaboraron ediciones abiertamente racistas que se copiaron por todo el mundo. Esto es lo que nos explica en su blog Regreso al Futuro, Pablo Moreno Galbis, un ingeniero de telecomunicaciones valenciano que, además, nos reproduce la historia completa en su versión americana, dibujos incluidos, lo que nos permite obtener una idea más exacta del porqué de la polémica.

El mismo Moreno Galbis nos explica que en inglés el uso de la palabra Sambo es conflictivo, ya que es considerado un despectivo racial, y nos anima a consultar la wikipedia para saber más del problema.

La edición que nosotros hemos manejado es otra. Es la ilustrada en 1996 por Fred Marcellino , quien observó que la historia en sí no contenía ninguna connotación racista y produjo una nueva versión ilustrada: La historia de Little Babaji, en la que cambió los nombres de los personajes, dejando el resto del texto sin modificaciones.

EL ILUSTRADOR
Fred Marcellino (1939-2001) comenzó como pintor expresionista abstracto, pero fue famoso, sobre todo, como diseñador de las portadas de discos de rock para Decca y Polygramy y de cubiertas de libros. A mediados de la década de 1980 comenzó a hacer libros para niños, ganando en 1991 la medalla Caldecott -concedida anualmente por la Asociación de Servicios de Bibliotecas para Niños al autor de la imagen más distinguida publicada en libros americanos para niños-, por sus ilustraciones del cuento de Perrault El Gato con Botas.

AUTOR: Helen Bannerman
ILUSTRADOR: Fred Marcellino
EDITORIAL: Juventud
PRECIO APROXIMADO: 12€

jueves, 12 de febrero de 2009

EL GRITO DE LA GRULLA

Este es un buen libro muy triste, que pone a los niños en contacto con la realidad terrible de la guerra y de sus contradicciones. El hecho de que Junichiro -el niño protagonista- quiera ser piloto muestra la admiración limpia que un niño siente hacia su padre. Pero todos nos quedamos sorprendidos al ver cómo esta realidad infantil, tan importante en sí misma para todos los niños, se vuelve turbia con la guerra que todo lo ensucia: primero, transformando a su padre en un kamikaze que no podrá regresar a casa y, después, haciendo de quien sueña en ser piloto corriendo por la calle con los brazos extendidos a modo de alas de avión, una de las víctimas del bombardeo aéreo que descargó sobre la ciudad de Nagasaki la segunda bomba atómica el 9 de agosto de 1945.

Este momento está recogido así en la página 84 del libro:

E
stán sonando las sirenas.Oímos el rugido de los aviones cada vez más cerca.
He oído una explosión.
He sentido moverse las paredes.
Las ventanas se han abierto.
Hace un calor terrible.

Durante todo el libro Junichiro sólo ve las consecuencias de la guerra a través del sufrimiento que percibe en su madre. Lo que siente el resto del tiempo es, fundamentalmente, orgullo por imaginar a su padre sobre un avión, hasta que tiene que oír, de boca de su mejor amigo, que su misión consiste, precisamente, en no regresar:

- Los kamikazes están ahora en la isla de Okinawa.
- Mi padre me ha escrito una carta. Está en Okinawa. Pero no me cuenta nada de que haya
kamikazes.
- Seguro que es uno de ellos, se habrá presentado voluntario...


Y entonces cambiaron de tema porque pasaron por allí unas grullas. (Pág. 57 y 59)

Cuando yo hablé de este libro en clase hubo quien dijo que no quería leerlo porque era un libro triste. Pero lo cierto es que el sufrimiento que se sabe que está produciendo la guerra en un niño está perfectamente amortiguado con la introducción intercalada de tres historias tradicionales japonesas y de las instrucciones para construir una grulla de papel, algo que les gustará especialmente hacer.
Y es que, para combatir la crueldad, sólo cabe la metáfora, si no para salir indemne, al menos no dañado irremediablemente. Creo que es por ello por lo que el autor nos hace ver expresamente en el epílogo del relato la sorpresa que se llevaron los periodistas internacionales que visitaron los hospitales de Hiroshima y Nagasaki , una vez acabada la guerra, al ver, colgadas de sus techos, cientos de grullas de papel, porque la grulla, en Japón, es el simbolo de la vida y se lleva a los enfermos para desearles pronta curación. (Pág. 88)

Es de justicia no olvidar, por último, el homenaje que Samuel Alonso Omeñaca hace, a través de sus personajes, a la historia que Kenzaburo Oé narra en La presa, un texto para adultos donde los niños tienen un papel principal.
Es en el capítulo cuarto, titulado El descampado, donde Junichiro le dice a su amigo:

-¿Sabes, Noriaki? Han cogido a un americano en Shikoku. Por lo visto se estropeó su avión y tuvo que saltar en paracaídas. Dicen que es negro.
- Yo nunca he visto a ningún negro.
- Ni yo tampoco...


Lo cierto es que La presa transcurre en una aldea aislada e innominada de Japón, pero Shikoku sí es la isla donde nació Kenzaburo Oé, de ahí que la mención del lugar tenga un significado especial.

Es el perfecto acompañamiento adulto para los padres y profesores que propongan a sus hijos o alumnos la lectura de El grito de la grulla.

Publicado en España por la Editorial Anagrama en 2003, tiene un precio que no llega a 5€. Quien quiera disfrutarlo también puede obtener el texto en :

http://isaiasgarde.myfil.es/get_file?path=/oe-kenzaburo-la-presa.pdf

Aunque la editorial propone El grito de la grulla para niños a partir de 10 años, yo creo que puede leerse un poco antes si va acompañado de algunas aclaraciones históricas elementales, ya que que las historias tradicionales japonesas que incluye les gustarán más a los de menor edad. No obstante todos disfrutarán enormemente construyendo su grulla de papel a partir de las instrucciones que ofrece el libro.

Quienes precisen un poco más de ayuda pueden observar el proceso en:

http://bitarama.wordpress.com/2006/10/02/como-hacer-la-grulla-de-origami-de-prison-break/

Título: El grito de la grulla
Autor: Samuel Alonso Omeñaca

Ilustraciones de Tino Gatagán
Editorial: Edelvives, Col. Ala Delta, 2002
Precio: 7,88€